IoT: (R)evolucionando la toma de decisiones en el sector industrial

En uno de mis primeros proyectos de IoT al comentar los avances con el cliente, una importante compañía del sector de la energía, su respuesta fue: “nosotros llevamos teniendo datos desde hace muchos años”. Y efectivamente así era. Lo que sucedía es que simplemente llevaban una señal de un instrumento a un dashboard para mostrarlo al final de un sprint en el proyecto.

De hecho, desde los muy antiguos instrumentos neumáticos, con una fiabilidad baja y una necesidad de mantenimiento enorme, donde había que evitar las caídas de presión o fugas para llevar una sola señal a las gigantescas y deslocalizadas salas de control llenas de manómetros y señales en papel continuo, la industria de proceso y el sector industrial en general, llevaban años buscando la forma de tener datos para arañar costes en la manera de operar sus instalaciones de forma más eficiente.

En esos años 60-70, conseguir una señal en esa sala de control era tomado como un gran éxito, los desembolsos para conseguirla, enormes y los beneficios no muy visibles por toda la organización.

IoT: (R)evolucionando la toma de decisiones en el sector industrial,
(Foto extraída de www.blog.presentandcorrect.com)

Pasado el tiempo, con la llegada de la electrónica, las antiguas salas de control neumáticas cambiaron a unas más modernas donde los instrumentos, hasta entonces alimentados por una red de aire, eran ahora electrónicos pudiendo llevar su señal a cientos de metros o kilómetros y permitiendo incluir nuevas capacidades de control como los lazos de control habilitando de esta manera nuevos universos de optimización de la operaciones que daban lugar a una segunda derivada: poder llevar la información a diferentes audiencias para diferentes usos..

Hoy en día, con la llegada de Internet of Things (IoT), estamos en una revolución similar. Sin embargo, es la primera vez que la revolución es de doméstica a industrial y esto sin duda cambia un poco las cosas. Ahora muchos de nosotros tenemos smartwatches que nos dicen cómo hemos dormido, nos incitan a que nos levantemos, nos miden nuestro nivel de saturación de oxígeno o nos hacen un electrocardiograma por una inversión de unos pocos cientos de euros. Y lo mismo pasa en el mundo empresarial. Si en los años 70 y con los primeros ordenadores los grandes directores de la época se sorprendían porque en aquella pantalla de fósforo verde a la instrucción de 2+2, el ordenador devolvía 4, ahora ese mismo equipo de dirección se sorprende con gran incredulidad por la forma en que se han capturado cientos o miles de señales y datos de un simple sensor que apenas cuesta unos pocos euros, instalados de forma remota en una instalación desatendida.

Es, en este escenario de democratización y fácil adopción de la tecnología, donde la reflexión debe girar y pasar sin duda de los procesos hacia las personas. Si durante la introducción de la electrónica se puso el foco en el proceso, y los sistemas de control facilitaron la eficiencia de las operaciones, con la llegada del iIoT (Industrial Internet of Things) , es la persona la que pasa a estar en el centro, naturalizando de esta manera su función que no es otra que aportar valor interpretando información, tomando decisiones basadas en datos y evitando suposiciones. Esto solo es posible con la democratización, aceleración y facilitación en la toma de datos que hemos comentado.

Y esta facilidad, ya existente en el proceso core, la producción y la operación del sector industrial, viene a cambiar todos los otros procesos en donde haya una toma de decisiones, como por ejemplo la sostenibilidad (que daría para muchos otros artículos), la fiabilidad de los activos, la seguridad, el mantenimiento, el proceso de logística o el de supply chain por mencionar algunos.

Pensemos en un caso en concreto: en una planta química, refinería o en una planta de proceso donde hay unidades que están en funcionamiento 24×7 durante cinco o más años, no fallan y por tanto no se tienen que parar y arrancar. Sin embargo, cuando hay que hacerlo es el punto de mayor riesgo ya que las unidades están diseñadas y pensadas para que estén siempre en funcionamiento y todo los sistemas de control y protección están desarrollados para usarse en este estado y no para otros. Por ello los procesos de parada y puesta en marcha son complicados y además el equipo no está generalmente entrenado en ellos ya que ocurren con poca frecuencia. Hay que seguir procedimientos muy detallados para estas actividades, con la carga de estrés e incertidumbre que conlleva para todo el personal. Es aquí donde iIoT coge sentido ya que puede tomar medidas en puntos que normalmente no serían necesarios pero que ayudan a controlar estos procedimientos y a incluir fuentes de información que guían, controlan y añaden eficiencia a estos estados críticos.

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Para que esto sea así el iIoT debe contar con tres premisas fundamentales que los sistemas de control tradicionales no son por ahora capaces de cumplir. Debe de ser portable, económica y “Plug & Play”.

Cuando hablamos de portable, nos referimos a que la sensórica IoT funciona o debería funcionar como una bombilla inteligente. La instalas donde quieras, le das sentido en el mundo físico, pero es independientemente de por dónde la vas moviendo dentro de la casa.

En cuanto a los costes, con la capacidad de la sensórica inalámbrica, la no necesidad de cableado hasta armarios de las tarjetas de entradas, la no entrada en sistemas físicos con PLC’s o DMCs y la no necesidad de cambiar un programa con cada sensor instalado, evidentemente se reducen enormemente.

Por último, la característica más importante: el “Plug & Play”. Como una antigua memoria USB en el vetusto windows 95, o como un smartwatch actual. Es instalarlo y ponerlo a funcionar. Una capacidad que permite que los entornos IoT, desde el punto de vista de consumo de la información sean “autogestionados”, es decir, que es el área de negocio la que decide que instalar, donde instalarlo, cada cuando tener una medida, como consumirla y como utilizarla, sin necesidad, por lo menos en parte, de configuración de un tercero.

Estas tres premisas hace posible que las personas no sean “capturadores esporádicos” de información, anotando en papel o en un smartphone datos y valores, si no que estos son generados directamente por los equipos, capturados de forma desatendida por los sensores, y utilizados, interpretados y consumidos por las profesionales, dándole al dato el sabor necesario para que sea útil de forma que desde su generación ese dato ya está categorizado y con toda la información necesaria para que sea entendible de forma individual.

La aspiración de cualquier compañía debe ser que todas las decisiones que se tomen en su día a día estén basados en datos y la mayor fuente de información de estos datos vendrán sin duda alguna en el sector industrial de sensores IoT. Qué mejor que las personas se dediquen a aquello que nadie más puede hacer por ellos: pensar, analizar y tomar decisiones. Y desde el punto de vista de la persona, que más motivador que en su día a día se le valore por su capacidad para analizar información, hacer recomendaciones o detectar tendencias y no por tener “piernas” para ir capturando datos por todos los lados llegando siempre tarde a hacer las correspondientes recomendaciones y tener la sensación de ser un forense analizando siempre algo puntual que ha pasado hace ya unas cuantas horas o días.

Hugo Pachón
Industrial Unit Executive